Carta de Lucila Revora
Carta de Lucila Revora,la Mamá de Wado de Pedro, a su hermana Silvia Révora (es de Junio del 1977)
“A Quique lo mataron, como ustedes ya se enteraron. Para mí es tremendo, no lo puedo soportar, era el hombre más hermoso que existe, como pareja era dulce, cariñoso, alegre y triste. Habíamos comenzado a formar una familia en serio, cosa que nos era difícil, pues siempre es más fácil ser una pareja de compañeros con un hijo que ser una familia montonera, y en eso andábamos, éramos muy queridos por la gente del barrio donde vivíamos. Con el Pichu, ( wadito) era hermosísimo, lo cuidaba, lo bañaba, le daba de comer y jugaba todo el tiempo con él. El Pichu ( wadito) lo oía llegar y ya se empezaba a reír. Y como compañero y jefe era justo, humano, flexible, muy reflexivo y con una capacidad muy grande para amar al pueblo, a los compañeros de trabajo, a los vecinos, a todos los que conocía y no conocía. Creo que no se puede expresar aquí lo que era, ustedes lo conocieron, pero creo que en este último año, superó muchísimas cosas, y se convirtió en un ejemplo de marido, padre, compañero y jefe.
Mi objetivo es que el Pichu, (Wadito), viva en un sistema socialista, sin alienación, yo estoy aquí por él y por todos los demás Pichus de la tierra, no creas que es inconciencia o inmadurez, en estos momentos no es joda, y cada uno de nosotros vive pensando en todo, la muerte, el costo, si vale la pena o no, si después será mejor.
Yo quiero vivir, y espero vivir muchos años, sobre todo por el Pichu, ( wadito) para darle todo el amor que siento por él, y enseñarle cómo era su padre, y cuánto lo quería. Si no estuviera él, no sé si me importaría tanto vivir, seguro que no, porque con Quique se fue toda mi vida, sólo vivo del recuerdo hermoso de dos años de amor, y sólo pienso que está enterrado, que no ve, no ama, no odia, no piensa, que ya no es. Sólo vive en mí, en los compañeros y en la gente que lo quería. Pero él, toda esa fuerza que era su vida está muerta. Tengo muchísimos deseos de poder creer en Dios, para por lo menos consolarme y pensar que ahora es espíritu, pero no creo, y la realidad es más tremenda que cualquier ilusión.
Lo peor no es el que se queda, sino el que se va, ‘al que lo van’, que hasta el 21 de abril a las 17.30 era vida, y a partir de ahí no es.
El Pichu al principio se puso mal, lloraba y estaba triste, un poco porque me veía a mí, y otro poco porque lo extrañaba, oía un silbido y miraba ansioso para ver si era el viejo, y cuando reconocía otra cosa se ponía mal.
Ya le han salido dos dientes y dice papá todo el día, es hermoso y buenísimo, es igual a Quique. Vive comiendo y durmiendo, el 11 cumplió 7 meses y pesa 10 kilos.
Me dijo Lidia que les mandó una foto. Espero poder criarlo yo, y bien, como queríamos con Quique, sólo que ahora me parece todo más difícil al tener que hacerlo sola.
Silvia, yo no me voy, porque le debo mucho a nuestros muertos. Quique, Mingo, Jaimito, Carlitos Agosti, y miles de compañeros caídos, cada minuto mío es de ellos, y de los que vendrán, y de los que hoy pasan hambre”.
Lucila
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